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La Cita

Sobre la contradicción.

Me gustaría mucho hacer accesible a la inteligencia humana común, en dos o tres hojas de imprenta los aspectos racionales del método que Hegel descubrió pero envolvió en misticismo. K.M.

Desde el principio de los tiempos, acotando, de los tiempos del pensar sobre el pensar <la contradicción> ha sido el asunto a tratar. Tanto en la Grecia clásica, como durante la escolástica teológica en occidente, incluyendo la particular forma asiática, durante el renacimiento moderno o a lo largo de la ciencia más contemporánea, el papel de la contradicción ha sido la clave, tanto en el acto de pensar cotidiano como tratándose de los problemas metodológicos del conocimiento.

Ciertamente cada época lo ha resuelto a su manera, y es justamente enfocando en la forma de tratar la contradicción en cada época, cómo el historiador del pensamiento puede topar eventualmente con ciertos ciclos históricos o regularidades y el modo programa de incluirla en el sistema teórico.

El empirismo de Aristóteles, por ejemplo, solo puede comprenderse racionalmente a propósito de la polémica con los eleatas y particularmente con Zenón sobre la ilusión de la objetividad y la incognoscibilidad de la naturaleza y el cambio.

Quizá sea difícil corrientemente hoy en día imaginarse un mundo en el que el tiempo como variable tuviere que probarse metodológicamente para comprender el ajuste de Aristóteles o la figura del "esto" y el "no-esto" en su sistema y dar una fórmula para figurar los objetos de forma independiente al observador. La milenaria pedagogía oriental tiene en la figura del chicotazo, un método práctico de arremeter contra el solipsismo.

Del mismo modo que resulta difícil al hombre corriente de hoy, incluso cien años después de Einstein, pensar en un mundo donde el espacio y el tiempo formen una unidad, que el espacio es el contenido del tiempo, como era figuración corriente en los tiempos de Zenón y contra los cuales argumentaba Aristóteles, o sólo resulte un formalismo práctico en los cálculos que realizan los ingenieros espaciales sobre grandes distancias cosmológicas y su relatividad general.

Evidentemente el espacio-tiempo de los eleatas tiene un sentido claramente divergente del espacio tiempo moderno, pero curiosamente en la práctica cotidiana tiene una similitud que no deja lugar a dudas. Quizá haya tenido que suceder toda la historia de la ciencia para llegar al punto en el que todas las variables son abstracciones útiles y solo el ahora es real, un presente continuo e indefinido.

De modo análogo, el asombro de los renacentistas modernos más antiguos ante la luz que aporta la observación naturalista como método. O la propia extrañeza contemporánea ante las regularidades de la divergencia aparente del caos, solo puede comprenderse a propósito confrontar con los introyectos que tratan de ocultar el verdadero asunto de la cognición, la contradicción. Y hacer con ello apología de ciertos límites de la naturaleza humana. O tener en estos límites una definición que alinea todo lo demás.

Pero ¿cuál es el objetivo de esta estrategia ¿quizá el miedo a admitir que estamos solos. Y que estando solos, esto es lo que tenemos para afrontar la supervivencia y la existencia finita y en ello ver todo sentido, todo logos?.

Mi perspicacia de asalariado corriente me dice que es más que eso evidentemente. Resulta una estrategia educacional, una política. En último análisis, el viejo interés por mantener la pauta de apropiación de la producción, del mismo modo que el sistema de expropiación que llaman la evolución del sistema de propiedad de la tierra y del estado moderno, fue la forma histórica de reunir en la condición de asalariado, la condición humana.

Evidentemente un asunto de medios y fines. No la capacidad material de organizar la producción y la distribución y desarrollar la humanidad, finita y valiosa intrínsecamente. Sino ser medio tratando de ser fin. Y ser fin como enser y el resultado fatal, la contradicción de afrontar la propia consciencia como función de la tasa de mercado que llamamos salario.

De modo que sólo el descubrimiento del ciclo de cognición que incluya en el sistema, el percatamiento de estos límites, puede dar cuenta de lo ilimitado de las posibilidades del cognos humano. No solo un renacimiento más audaz de cuantos ha, un arma de defensa cultural y política, una vía de supervivencia, sino además una reorganización del logos cultural en un sentido omnímodo. Así que cuanto antes apuntemos la cuenta del descubrimiento del ciclo de los propios límites antes estaremos listos para la reconstrucción final.

Lo primero es percatarse de la identificación y con ello de la identidad de las figuraciones.

Todo concepto es una figuración de las relaciones, proviene de un contexto. Corrientemente se ha supuesto que tener el enunciado como algo que pertenece al observador es una manera de no aceptar que lo enunciado pertenece al objeto exterior y es, por esto, un alegato contra la objetividad. Pero tal amenaza es trivial. Fijémonos en el proceso de la cognición más que en sus contenidos. Si observo al observador puedo ver que lo que él afirma es una organización de sus datos. Luego, independientemente del contenido de sus afirmaciones, si extiendo mi observación a muchos casos de observadores, encuentro que esta organización tiene una operatoria y además, ciertas regularidades. Gran parte de la historia de la filosofía se ha empantanado en esta frontera de las "determinaciones" y ha llamado a los contenidos procesos y a los procesos contenidos. Hay suficiente crónica sobre esta historia y cualquier lector interesado puede remitirse a ella, centrémonos, sin embargo, en el proceso mismo de la ideación.

Un primer aspecto con el que topamos cuando afirmamos algo es que nunca conseguimos en la afirmación describir o definir la totalidad del objeto. Desde siempre se ha tratado de determinar, acaso, aquellas relaciones clave a partir de las cuales llevar a efecto el acto de determinar los objetos. El hecho que la ideación sea fatalmente aproximativa ha sido la madre de todos los debates. Es bien conocida hoy en día, la postura de Platón, quien llegó proponer que la realidad eran las formas abstractas, porque todas las demás formas de la realidad solo parecían deformaciones de aquellas.

Pero no solo encontramos que las afirmaciones son no-suficientes, sino que igualmente se puede decir lo contrario respecto de una enunciación cualquiera de la relación entre objetos. De modo que una vez creado el concepto creamos también su opuesto. Los filósofos (o cualquiera que afrontara este trabajo) tendrían, por esto, la impresión que conforme avanzaban detrás de una definición, recorrían cierto camino cognitivo que los llevaba a la elucidación de las ciertas causas últimas, o a las abstracciones más generales, tal que una persecución objetiva de la idea y las apariencias a fuerza de oponer una definición tras otra. El propio Aristóteles encontró que este salto a las causas últimas era una recurrencia operatoria aunque no se atuvo a tratar con ella. Su resolución, vista en contexto, tiene que ver con un ajuste práctico. Si describes el contenido; y la descripción resulta operable puede ser suficiente. De hecho así es como ha dado por convenido el sistema teórico hasta nuestros días.

Fue Hegel quien describió esta suerte de fenomenología del espíritu que opera como una subsumisión constante de afirmaciones. La "negación", la "crítica", de este modo, recuperaron su dimensión de <vías> de la elucidación.

Quizá fuere comprensible en tal contexto, que la idea como entidad cobrara vida independientemente del sujeto. O que la operatoria del razonamiento solo fuere una vulgar aproximación, la fenomenología en las rutas del espíritu, por esto, "absoluto". Y extrapolando a la sociología, la historia del estado, como institución suprema, y la historia misma: la crónica del espíritu, del que el hombre solo sería una encarnación.

Pero su aporte como lo señalaran bien la crítica posterior, L. Feuerbach, M. Hess, estaría en descubrir que este proceso era un caso corriente para cualquier ser pensante, con lo cual, forma parte de la operatoria de la cognición, si despojamos a los contenidos de la cognición de esas proyecciones y a la cognición misma de tal defecto.

He aquí otra vez el ciclo. En cuanto consigue describir cierta clave de procesos y encuentra la pauta más general, la figura a partir de la cual, y a la que llega en último análisis, corre el riesgo cognitivo de ser tratada como una entidad independiente, como una existencia. Y bien, ser reconocida como un recurso o herramienta intelectual, o atribuírsele propiedades y subsumirse en ellas, e "identificarse". Así, al ciclo de erigir conceptos deidades, el final de cada época ha sido desbaratarlas. De allí que la corrección contemporánea tal vez tenga que ver con incluir la contradicción en la lógica, no tratar de evitarla pretendiendo así resolverla.

En resumen, la identidad es relativa y siendo relativa ésta es la relación objetiva, ésta es la identidad que no prescribe. El momento supremo de este percatamiento tiene, en mi opinión, dos aspectos, uno es la aceptación y la inclusión más general de la variedad, la variedad intrínseca.

Lo segundo puede ser la atención al proceso por el cual la experiencia del otro igualmente incluye la variedad. O la contemplación del "proceso" como el movimiento del cognos, que trata de denotarse refiriéndose a ello como lo potencial del acto. Este es en otros términos al aporte de Hegel su <psicología> o su fenomenología del espíritu. Lo que interesa, aquí, por tanto, a fin de despojar de misticismo el razonamiento es describir el proceso de figurar.

Todo sujeto pensante elabora sobre la base de figuras y fondos. Y toda elaboración de figuras y toda relación tiende a interpretarse como una integración. La identidad, por tanto, como ha sido tratada en lógica es una forma especial y ha variado de acuerdo al objeto de trabajo y medio a lo largo de la historia de la ciencia. Aquí, finalmente, no nos interesa más por su contenido sino por el ser que identifica. Y la práctica del pensar, por la contemplación de este crecimiento de la objetividad. Es éste enfoque de la relación con el pensar el que llevaría a cabo la reorganización del logos social y el que nos haría pasar de la ilustración sobre la cultura a una ciencia en tanto herramienta de comprensión y organización, contra cualquiera sea el relato predominante con que la moda académica histórica quisiera encajar el conflicto principal de la humanidad. En este sentido los filósofos hasta hoy no hacen sino elaborar en la prehistoria de la racionalidad.

Un segundo aspecto de la figuración así entendida, por tanto, es el medio. Y, si históricamente diferenciamos el ser que piensa, la inteligencia corriente, el asalariado perspicaz y su supervivencia, llegaremos a diferenciar un ámbito que tiene que ver con la educación en tanto medio de comprensión y otro específico que podemos reconocer como medio de organización, aún así, todavía entramado a la educación en tanto comprensión de la interacción y el conflicto.

Sin embargo no es necesariamente ciencia exclusiva. La ciencia contemporánea ha sabido producir métodos y describir operatorias que concurren. Los introyectos, las formas de integración y diferenciación, los llamados mecanismos de contacto de la fenomenología de la gestalt de F. Perls, en escenarios de comprensión psiquiátrica ha desarrollado el trabajo de describirlos y tratar con ellos de forma práctica, si bien en contextos de psicoterapia, mucho más allá de solo los confines de un enfoque de medicina defectual o correctiva. D. Kahneman, más recientemente, e integrando por separado, y quizá a contracorriente, extraños linderos entre sociología y economía, sigue dinámica semejante en contextos más amplios de la elaboración del juicio y la toma de decisiones y su heurística como ciencia. Pensar lento en escenarios de decisión rápida, y pensar rápido en escenarios de decisión lenta, pueden entenderse tal que formas específicas de la interacción figura fondo gestalt enteramente que, además, puede representarse mediante algoritmos de estimación. Dinámica que estaría detrás de la determinación del valor en contextos de interacción económica. O, al menos, tal como la interacción económica sucede en el mercado capitalista históricamente prevalente.

Volviendo al experimento de observar al observador: como observador, observo que en el acto de elaborar, el observador observado, sigue una pauta. A saber, figura sobre un contexto, y en esta figuración subsume el fondo de necesidades. En esa producción, la línea de diferenciación es dinámica. Proyecta, introyecta, contacta o se retira, esto es, se identifica, oposita, construye su diferencia. Y todas las formas operatorias en un momento dado, se autocompensan en el contenido de sus abstracciones. Y en vista que este es siempre aproximativo, esto es lo que determina el movimiento continuo. La contradicción como diferenciación constante, la organización.

Tanto en la historia como en la vida concreta de toda persona se manifiesta esta física. La organización de la sociedad sin embargo no tiene en cuenta esta relación. La destruye, la animaliza, la vigila. Incluso la comprende en su contra, para allanarla como cualquier nicho de mercado.